Todos hemos oído hablar de los ángeles, esos seres espirituales e invisibles al ojo humano que tienen como misión principal ayudar al ser humano, ya puede ser guiándonos, intercediendo por ellos ante la divinidad o ayudándolos en su evolución como personas. Actualmente, las principales religiones creen en la existencia de los ángeles, y todas los consideran criaturas de gran pureza destinadas en muchos casos a la protección de los seres humanos.
Para los cristianos, los ángeles son seres etéreos e inmortales al servicio de Dios, existen precisamente para glorificarlo y ser sus mensajeros, son además el principal nexo entre Dios y el ser humano de quien siempre cuidan, protegen y velan por su salvación.
Los ángeles, como criaturas puramente espirituales, tienen inteligencia y voluntad: son criaturas personales e inmortales. Superan en perfección a todas las criaturas visibles. Se dice que los ángeles no tienen forma ni sexo; sin embargo, ya desde la antigua Mesopotamia eran representados con forma humana y alas, con vestiduras ligeras y pies desnudos. Se dice que son seres excepcionalmente bellos y perfectos, es por esta perfección por la que los ángeles no pueden equivocarse, arrepentirse o ser perdonados.
Los ángeles no son como los espíritus que se suelen manifestar de forma fría. Ellos se representan de forma cálida y quienes los han visto se refieren a ellos con reverencia. Describen su luz iridiscente y brillante, de colores intensos o su cegadora blancura.
La persona que los ve se llena de alegría y felicidad, ya que nos transmiten un mensaje de no temer, de ayuda o de esperanza. Son mensajeros de la divinidad y emanan serenidad. Las personas que han recibido la visita de los ángeles, tienen la sensación de haber sido rozadas por alas silenciosas. La persona que se encuentra con un ángel nunca vuelve a ser la que era antes de ese encuentro.