El Árbol de la Vida es uno de los símbolos más recurrentes en muchísimas culturas de todo el mundo y que intenta explicar la unidad de todo lo que hay en el universo. Así el Árbol de la Vida haría referencia a los tres niveles cósmicos de desarrollo universal: el nivel subterráneo simbolizado por las raíces, que nacen en la Madre Tierra, origen de toda la vida, el nivel de superficie correspondiente al tronco que sería el nexo de unión entre el mundo subterráneo y el mundo celeste representado por las ramas del árbol. Por tanto, el Árbol de la Vida sería la representación de todas las esferas que conforman el universo, desde el infierno y los mundos inferiores hasta la divinidad y los seres de luz del cielo.
El Árbol de la Vida simboliza también la fecundidad y la inmortalidad ya que sus semillas y sus frutos contienen toda la esencia de la vida y se regeneran continuamente, volviendo a nacer en cada ciclo de la vida, abandonando su forma de fruto, cuando éste cae maduro al suelo y vuelve a la tierra y, volviendo a la vida a través de un árbol nuevo que nace de la semilla de ese fruto caído. En la tradición taoísta el fruto que representa la inmortalidad es un melocotón divino igual que las manzanas de Idun la representan en la mitología nórdica.
Pese a que recibe este nombre el Árbol de la Vida cabalístico es más un jeroglífico o símbolo compuesto que representa el Cosmos y al alma del hombre en su relación con él. Tampoco hay que confundirlo con el Árbol de la Vida que usó Darwin para representar la evolución de las diferentes especies animales. En este árbol también hay raíces, tronco y ramas pero sólo son una representación metafórica de cómo algunas especies han derivado de otras.
En las antiguas culturas el Árbol de la Vida aparece representado de diferentes formas y en diferentes momentos pero siempre significa la relación entre los diferentes niveles que forman la vida, el inframundo, la tierra y el cielo.
Aunque se identifica con el Árbol de la Vida, en cada cultura aparecía representado por un árbol diferente: el roble de los celtas; el tilo de los alemanes; el fresno de los escandinavos, el olivo de los árabes, el banano de los hindúes; el abedul de los siberianos y sin olvidar que bajo un árbol Buda recibió su iluminación y el dios nórdico Odín recibió el don del lenguaje mientras estaba suspendido boca abajo.
Tanto en la China como en la India el Árbol de la Vida se representa acompañado de doce pájaros que representaban los signos zodiacales o los doce soles o Aditya. La misma cantidad suman los frutos del Árbol de la Vida, los cuales son signos de la renovación cíclica que se produce en todo lo vivo que hay sobre la Tierra. En la tradición hindú el Árbol de la Vida representa un punto de contacto con el Más Allá. No sólo es sinónimo de crecimiento y regeneración; también se asocia con la abundancia inagotable de vida, lo que refleja la inmortalidad y el flujo cíclico. Donde hay un árbol hay agua y por lo tanto vida, crecimiento y fecundidad. El árbol que sobrevive a las estaciones, que se agita con el viento, pero que permanece anclado a la tierra, firme ante las tempestades se asocia también con el guerrero fuerte y tenaz que vence todas las vicisitudes y se mantiene desafiante y anclado al bien ante el mal.
En el Antiguo Egipto, el Árbol de la Vida estaba representado por el sicomoro o higuera egipcia que estaba situado en el umbral entre la vida y la muerte, conectando ambos mundos y representando en cada momento del año la muerte (cuando pierden las hojas en invierno) o la vida y el renacimiento (al brotar de nuevo el follaje en primavera) y convirtiéndose en un magnífico símbolo de la resurrección en la otra vida en la que se basa la religión del Antiguo Egipto.
Entre los celtas, los árboles eran muy apreciados ya que les daban cobijo, leña, sombra y, además, en ellos se abastecían de caza y frutos necesarios para su alimentación. El Árbol de la Vida en esta cultura estaba representado por el roble, que era un árbol sagrado. También creían que el Árbol de la Vida eran la representación del ciclo de la vida, y la conexión entre el mundo subterráneo, el de la superficie y el mundo superior o celeste. Era considerado el punto
central y eje del mundo.
En la actualidad, la representación del Árbol de la Vida suele usarse como amuleto o talismán que ayuda en el autoconocimiento. Debido a su simbolismo de fecundidad y regeneración es usado para ayudar en los partos, además, puede proteger de energías negativas y atraer el conocimiento y la virtud. Cuando está bien ritualizado, el amuleto del Árbol de la Vida puede ayudarte también a atraer buenos deseos y pensamientos positivos.